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Increíble Pero Falso -abajo la sinceridad, arriba la hipocresía

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En los ultimos años he descubierto que hay una cosa que me pone los pelos de punta. Es tan sólo una frase que encierra no pocos problemas para el que aquí escribe, más que nada porque me crea una desconfianza excesiva hacia la persona que la vierte. La frase es la siguiente: “Yo soy sincero”.

Desgraciadamente la sinceridad se ha convertido en la punta de lanza en cuando a virtudes personales se refiere. A nadie le gusta la mentira ni la hipocresía, luego explicaré que a mí no me molestan demasiado segun qué situaciones, de ahí que ser sincero es una especie de logro, esos puntos extras que en una partida de rol harían que tu personaje pudiese salir airoso en más de una situación.

Pero no todo lo “bueno” es precisamente loable ni recomendable. Y es que a mí la frase “prefiero una mentira que provoque una sonrisa que una verdad que derrame una lágrima” siempre me ha gustado. Encierra una verdad como un templo y demuestra que el no decir la verdad en momentos determinados no es ni mucho menos negativo, al revés, puede crear momentos espléndidos y verdaderamente agradables. Eso no quita, antes de que alguien diga nada, que decir la verdad (aunque a la larga cada uno tenga la suya) sea algo loable en los tiempos que corren. Pero luego hablaré sobre “las formas” y la actitud a tener en cuenta.

Increíble, pero falso ha sido dirigida y escrita por Ricky Gervais y Matthew Robinson, y sin ser una grandísima película, ni de lejos se acerca a ello, sí explora algunas cuestiones que la sociedad en general tendría que plantearse en su vida cotidiana.

Es posible, muy posible, que hayáis oído cosas como “yo voy con la verdad por delante”, “las cosas las digo a la cara”, “yo soy así, o te gusto o no te gusto, pero no voy a cambiar”, etc. Es bonito, muy bonito, en serio. No hablo de que la gente tenga que ser diferente de cómo es, pero sí que hay una especie de alabanza hacia lo que yo denomino “me importa un comino como te sientas, mi opinión es así y te la comes”. O es pura casualidad o la mayoría de la gente sincera con la que me he encontrado no sienten empatía hacia los demás, te sueltan las cosas como les viene a la cabeza, dicen lo que piensan pero no piensan lo que dicen, suelen ser faltones y mayormente maleducados. De ahí que suela esquivarlos a las primeras de cambio. Posiblemente porque yo haga lo contrario. ¿Por qué no decir las cosas suavemente?, ¿hay algun inconveniente en respetar la idea de alguien y decir la tuya sin ser ofensivo?, porque es lo que suele pasar con la mayoría de los abanderados sinceros. Dificilmente se puede llegar a un entente cordial donde pueda incluso reconocer que estaba errado. Así que hablaríamos de que el sincero redomado, aquel que se cree en posesión de la verdad más absoluta no verá más allá de sus narices y cualquier argumento contrario será anulado a nivel neuronal de una manera radical y sin prejuicio alguno.

Una vez expuesta mi opinión hacia ese sector, cada vez más prolífico, o eso me parece, voy a pasar a comentar la película que co-dirigió Ricky Gervais. La cual parte de una buena idea, pero que va perdiendo fuelle, convirtiéndose poco a poco en una comedia romántica convencional y mil veces vista con anterioridad. Algo que realmente se ha enquistado en ese género durante años, donde pocas son las que se alejan de los típicos estereotipos de rigor. Para que os hagáis una idea, ¿hay alguna diferencia notable entre las diferentes películas que nos ofrecen Katherine Heigl o Jennifer Aniston -por citar sólo dos ejemplos-? Ninguna. Bobas, ñoñas y previsibles. Aunque a la larga eso está pasando en multitud de géneros (terror, ciencia-ficción, acción, etc) y al final todo depende de como te acaba entrando dicha película. Al final con que entretengan un poco creo que acaba bastando, esperar algo más se está convirtiendo en una misión imposible.

La película trata sobre una realidad alternativa donde nadie miente. Y donde digo nadie, digo NADIE. La hipocresía, la mentira, la falsedad, es algo que no cabe en dicha sociedad. De ahí que si alguien te dice a la cara que estás gordo, que eres feo a rabiar, que eres un negao en amores y que no vas a mojar en toda tu vida o que simplemente apestas como persona, no te lo vas a tomar mal. Es lo que hay y nadie se ofende por algo que ha existido desde siempre. Pero he aquí que Ricky Gervais acaba dando la vuelta a la tortilla y cambiando su existencia, hasta el momento insulsa y carente de cualquier tipo de interés.

En un momento dado, y después de sufrir los desplantes de sus compañeros y jefe de trabajo, además de que su posible novia -Jennifer Garner- lo ponga a caldo como futuro e improbable padre de sus hijos, acaba soltando la primera mentira que ha existido nunca. Imagina que vas al Banco y en el ordenador pone que tienes 100 euros, pero tú pides 1.000. ¿A quien va a creer la cajera? En nuestro mundo, evidentemente, a lo que le ponga en la pantalla. Pero, ¿qué pasaría en un mundo donde tu palabra vale más que otra cosa? Pues así, es. La mencionada cajera acusa a un fallo informático la cantidad que no coincide con lo dicho por el cliente. Gervais sale con su dinerito contante y sonante y empieza a ver un futuro más halagüeño y positivo. Porque cuando nadie puede mentir y tú sí, ahí eres el rey.

Y todo acaba yendo (siempre entre comillas) como la seda. Nuestro protagonista sabe lo que tiene que decir y cuando. Qué teclas tocar para que la música sea la que los demás quieren oír y de esa forma salir beneficiado. En poco tiempo acaba reconvertido, pasando de ser una persona del montón a un triunfador en toda regla.

Como he dicho la película, con un planteamiento original (que lo es, no nos engañemos) acaba poco a poco siendo demasiado tópica. ¿Habéis visto por ejemplo Click, de Adam Sandler? ¿O Como Dios con Jim Carrey? Pues ya sabemos como son las cosas. Alguien recibe un “regalo”, siendo con anterioridad una persona con problemas o con una vida que no quiere llevar, dicho elemento hace que todo le vaya bien, hasta que empieza a ver obstáculos y cosas negativas y empieza a arrepentirse de lo que está pasando. Con lo que empieza a apreciar su anterior vida. Aquí ocurre tres cuartos de lo mismo. Lo cual no quiere decir que no tenga momentos muy buenos y sentimentales, como cuando la madre de Gervais está a punto de morir y él se inventa algo para que su paso al “otro lado” sea más llevadero (lo cual le acaba provocando no pocos quebraderos de cabeza -porque… ¿quien no querría preguntarle a alguien que sabe lo que hay una vez finaliza la vida?).

Al final, Increíble Pero Falso es una película disfrutable, con momentos divertidos (aunque Ricky Gervais siempre me ha hecho bastante más gracia en la serie Extras. Ahí se ssale) pero que no se aleja de los cánones establecidos en este tipo de comedia. Una pena, porque parece que acabas viendo siempre lo mismo pero con un envoltorio diferente.

Para leer la ficha pincha aquí

Fdo: Snake   



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